Posiblemente sea uno de los barrios más conocidos de España, y tal vez el de mayor encanto de Granada. Como Patrimonio de la Humanidad que es, no podía ser menos, ¿verdad?. Su nombre, que significa barrio en cuesta, ya nos cuenta un poco sobre la fisonomía del lugar. Recoleto, encantador, antiguo, callejuelas… Más bien un tesoro en Granada.
Se puede iniciar la visita en el Arco de las Pesas, la puerta que separa el Albaicín del barrio de la Alcazaba. A partir de aquí queda dar un paseo al recuerdo medieval y musulmán de esta ciudad. Es imposible no saborear la esencia de los jazmines que cuelgan de los balcones, el mágico mundo interior de los cármenes, los jardines…
Vas pasando de una callejuela a otra envuelto en los colores y el olor entrañable de las cosas. Tapias encaladas con yedras y buganvillas, pequeñas huertas y árboles frutales, y el sonido casi omnipresente del agua, dibujando las mejores vistas de la Alhambra. A la caída de la tarde este paseo se torna mucho más maravilloso.
Lo mejor de todo es que el barrio es prácticamente peatonal. Sus calles empedradas y sus aljibes suben desde la calle Elvira hasta San Nicolás. Muchos creen que lo mejor es subir en autobús hasta la cima, y luego ir bajando a pie. Yo creo que cualquier ruta es buena, el Albaicín te encandila lo veas como lo veas.
Eso sí, un atardecer en el Mirador de San Nicolás es algo que no podéis perdonar. Desde allí veréis cómo se oscurece la Alhambra poco a poco, hasta dejar paso a la iluminación del monumento. Sentiréis cómo la magia de los siglos os va subiendo desde los pies. ¿Estamos en el siglo XXI?. Allí en el mirador, lo dudas…
Os recomiendo ir tempranito, porque se llena de gente. Si véis que anda la cosa muy bulliciosa, podéis ir al Mirador de la Lona, desde el que se divisa la mejor vista de la ciudad. Y, si os queréis dejar de vistas y entrar en acción, hay que irse a la Peña la Platería, en la Plaza Toqueros, para oir buen flamenco.
Albaicín, barrio bohemio, que a simple vista parece hasta triste, encogido sobre sí mismo, pero con un encanto peculiar. Si queréis haceros una idea de cómo era aquella Granada medieval, la que lloró amargamente Boabdil, sólo tenéis que perderos en el vericueto vertiginoso de las calles del Albaicín. ¿Patrimonio de la Humanidad?. Mucho más que eso…