Quizás el esplendor de la Alhambra se deba precisamente a su Alcazaba. Porque si el viejo palacio nazarí era la belleza, la Alcazaba era su centinela. Construida durante el siglo XIII, la Alcazaba de Granada guardaba tras de sus muros la preciada joya de aquel vestigio de opulencia y elegancia musulmana.
Hay un detalle que la mayoría de turistas que se acercan para embelesarse de la Alhambra no conocen. Si os subís a los muros de la Alcazaba tal vez podáis ver las mejores vistas de Granada, siempre con todos los respetos al Mirador de San Nicolás, otro de esos lugares en donde decir Granada y suspirar de emoción es prácticamente lo mismo.
Desde el mirador de la Alcazaba se pueden ver perfectamente el Palacio de Carlos V, el Generalife, las revueltas y callejuelas del barrio del Albaycín… Lo curioso es que la Alcazaba, como recinto militar de la Alhambra, tal vez no sea el lugar más bonito del palacio. Todo el mundo prefiere quedarse con los patios, los jardines, los miradores…
Sin embargo, en la Alcazaba hay muchas visitas que realizar. Por ejemplo a la Torre del Cubo, la parte norte de las murallas, con la Torre del Homenaje y la de la Quebrada, la Plaza de las Armas y su terraza, el Jardín de los Adarves y la famosa Torre de la Vela. Esta última torre contaba con una campana que los cristianos hacían sonar cada vez que conseguían una victoria ante los musulmanes.
En su conjunto, la Alcazaba tiene forma triangular y se asoma sobre la vega de Granada. Es sin duda la parte más antigua de la Alhambra, algo que se nota en sus muros. Antes de la construcción de los palacios nazaríes, los reyes musulmanes vivían en la Alcazaba, de ahí su importancia.
Por eso, las vistas desde Granada siempre se nos pierden en primera lugar hacia las almenas de la Alcazaba. Semi escondida tras los árboles, descansan sus muros. Aquellos que sirvieron y sirven aún de abrigo y centinela de la Alhambra.